lunes, 19 de agosto de 2013

Dádiva

Dádiva

El día tan feliz.
La niebla se levantó temprano, trabajé en el jardín.
Los colibríes, vuelo inmóvil, sobre la flor de caprifolium.
No había en la tierra cosa alguna que quisiera tener.
No conocía a nadie a quien pudiera envidiar.
Olvidé el mal ya pasado.
No me avergonzaba pensar que fui éste que soy.
No sentía dolor alguno en el cuerpo.
Incorporándome, vi el mar azul y las velas.
(Berkeley, 1971)


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