martes, 20 de agosto de 2013

IV

IV

Hoy es un día lamentable.
La guitarra abre su rosa popular.
Es una nube de olvido, y una vieja miel
solamente es la alegría.

Es la vihuela de mis padres, de mis abuelos;
es la sangre antigua tejida de verdor.
El recuerdo de mis paisanos con muchos hijos,
mesas de algarrobo que reunían diariamente.

Todo me duele y pesa en este mundo
de hogares solitarios: un hermano que tiene un solo hermano
y un día serán viejos y abandonados,
tal vez con un solo sobrino tímido y perdido.
Canto y me lamento por las viejas costumbres abandonadas.
La patria no es la soledad ni el olvido ni la muerte.
Es una gran reunión de hermanos sin desdicha.

Nicandro Pereyra

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