El caballo muerto
Si tu cabeza no estuviera muerta
Y el aire fuera libre pradería
Se dijeran los juncos que en la arena
Está tu calavera todavía.
Para un caballo muerto en el otoño
Entre senderos y bejucos claros,
Florece el campo de hojas estrujadas
Y crece un cielo de ojos de caballos.
Como una mano el costillar de azúcar
Suelta en el aire pájaros oscuros.
Si el caballo sintiera, pensaría
Que lleva niños a los cuatro rumbos.
La hierba que sus cascos apretaran
Se torna mies y por sus ojos crece.
Y el caballo no sabe que a esa hora
Hay un caballo que desaparece.
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